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Llega un momento en toda relación en la que te preguntas si realmente vale la pena. Si vale la pena acabar llorando después de cada discusión. O si merece la pena todas esas veces que te has hecho daño a ti misma. Es un momento de desolación y soledad absoluta, porque lo único que puedes hacer en encerrarte en tu propia cárcel, acudir a la llamada de tus demonios. Y piensas, ¿realmente vale la pena dejar que me vuelvan a tirar a ese pozo sin fondo del que no se si podré salir? Seguro que has sentido esto alguna vez. Si buscas una respuesta, algo así como la pieza del puzzle que falta, como el eslabón perdido del hombre o el camino a la misteriosa Atlántida, estás muy desencaminado. No conozco la respuesta. La verdad es que ni siquiera comprendo bien la pregunta. Tampoco comprendo por qué quiero volver a cortarme. Ni por qué ya no quiero verle ni en fotos. Es (o era) amor, ¿no?. ¿Entonces por qué quiero encerrarme en mi habitación y llorar hasta no poder más?. Repito una y otra vez los últimos versos que nos escribimos. Y lloro más. No puedo aguantarlo. Siempre creí que era (o éramos) diferente a los demás. Creí que no era como todos. Pero no, cariño, no. Todos hacen daño. Y todas, también. Puede que te preguntes cómo diferencias a 'esa persona' de un cabrón cualquiera. Pues bien, es fácil. Sabes que es (o era) la persona indicada si lo imaginas siendo feliz con otras y, a pesar de que duela, te alegras por él.

Comentarios

  1. Yo sé de esos días tristes donde parece que la fuerza y la luz se extinguen por completo. Esos días en los que las lágrimas llegan y la soledad persigue. En los que parece que todo está perdido, que no hay salidas, que no hay caminos.

    Sin embargo, al igual que yo, tú sabes que no hay días que duren para siempre. El tiempo no se detiene, somos nosotros quienes por desesperación, miedo o necedad nos detenemos en él. Sigue caminando, sigue luchando, retoma los senderos. No te detengas por sin-sabores y sin-remedios. Continúa, que tantas experiencias radiantes están esperando por ti.

    Cuando la angustia llegue, cuando la depresión acose, míralas pero no las abraces, contémplalas pero no las invites. Tu posees el poder para llorar y para reír. Elige reír. Elige los días alegres.

    Es real, es cierto que hay momentos de llanto y de soles negros y de lunas rotas, pero son solo eso: MOMENTOS, no los conviertas en días, en semanas, en meses.

    Si te sientes sola, sal y busca gente, abrete a la energía positiva de los otros. Llama a algún pariente o amigo. Concéntrate en actividades productivas. Cuenta tus bendiciones, todo lo que posees, todos los que te quieren, reconoce lo que a tu alrededor se abre con brillo y con vida.

    Si alguien te dio la espalda, si alguien lastimó tu corazón, si alguien te dejo para siempre, por supuesto que vas a estar triste y vas a sufrir, pero no hagas tu dolor eterno, ponle un final a la angustia y decide que hasta aquí llegó, porque de ahí en adelante vas a sonreír, vas a sacudirte las malas energías, vas a buscar la luz, la alegría, el entusiasmo y todas las posibles razones para ser feliz.

    Tus amigos siempre estarán ahí para apoyarte.

    Así que ya sabes, "ríe cuando puedas y llora cuando lo necesites"(ya sabes de donde saco es ta frase así que escucha el rap entero).

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