Hoy me levanté de la cama, como cualquier otro día. Recogí la ropa que la noche anterior había dejado en la silla colgada de cualquier manera y me froté los ojos. "Joder, has vuelto a despertar", dijo una voz en mi cabeza. Abrí las cortinas para que la luz llegara al menos a mi exterior. Llovía. La ventana estaba llena de minúsculas gotas de agua adheridas. Desde el interior de mi cuarto todo parecía a salvo de aquella lluvia. Pero el interior de mi cuerpo no estaba por la labor de dejar pasar la tormenta, y cada vez tenía más fuerza. cada vez los truenos hacían mas huecos en mi alma. Abrí también la ventana, porque de repente el aire de mi habitación era insuficiente para mi y para mi nuevo estado mental. Saqué una mano. Luego otra, Después la cabeza. Millones de moléculas de vida posaron en mi. Vida. Aquella substancia hizo posible que la vida surgiera. Cerré los ojos, abrumada por una sensación de pequeñez en el mundo. Una corriente eléctrica me traspasó de izquierda a derecha. Una corriente de vida, de la vida que volvía a sentir. En ese momento era una bomba de alegría. Necesitaba un mechero para poder encender la mecha que me haría estallar. Salí de la ventana y corrí a mi mesa. Cogí el primer pedazo de papel que vi, y un bolígrafo bic medio acabado. Y comencé a escribir. A escribir mis sentimientos, mi emociones. Y descubrí el puto motivo por el cual me despierto cada día.

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