Después de unos meses, él la volvió a ver. Había cambiado mucho desde que no la veía. Ahora su pelo tenía matices azules en las puntas, y estaba un poco más largo. Había adelgazado bastante, quizá demasiado, pero  no había perdido su figura ni sus curvas. Llevaba una camiseta de Nirvana que le quedaba floja, y que ella misma había cortado por los lados y por el cuello. Tenía los ojos maquillados en el punto justo, y no resultaba ostentosa. Él la miró y recordó lo mucho que la chica le amó. Que ella le habría dado cualquier cosa, le habría jurado amor y cariño eterno. A pesar de todo el daño que él provocó en aquella chica de ojos tristes. Hizo una promesa que no logró cumplir, pero ella le perdonó y siguió velando por él cada noche, siguió buscando solo su felicidad. Siguió hundiéndose en la mierda por él, y a pesar de ello le amó cada día con más fuerza. Pero todo se había acabado, y ambos lo sabían. Aunque, en ese momento, para él todo volvía a ser como antes. Él la miró a los ojos y descubrió que todo el amor que no había sentido en aquellos meses despertaba en su interior. Su amigo vio cómo la miraba.
- Has perdido demasiado tiempo, es muy tarde, ahora ella es feliz sin ti.
El chico volvió a mirarla. Si, era guapísima. También era parecida a él en muchos sentidos, solo que no lo supo ver en su momento. Y ahí estaba ella. Siendo feliz con otra persona mientras el juego se repetía, solo que, esta vez, el ganador era otro.

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