Éste es el punto final.



Hoy es uno de esos días en los que me doy cuenta de lo muy triste patética que es la persona en la que ahora me he convertido. Soy una de esas personas que no tiene presente. Me he atascado en el pasado y no puedo avanzar. El recuerdo de un hombre al que adoré me atormentará toda mi vida. Yo siempre he sido una chica que buscaba símbolos para todo. Y su collar está siendo el símbolo de mi felicidad durante demasiado tiempo. Aquel collar que rocé con mis yemas el día que me hizo la promesa que nunca podré olvidar, aquella que nunca cumplió. Él no lo vio de la misma manera que yo. Para él fue un leve contacto físico. Para mi, fue la metáfora de encontrar la felicidad. Pero cuando su promesa no se cumplió, cuando se fue, el collar cayó al suelo, y dejó un enorme hueco en mi pecho, un hueco ardiente en el que se instaló un monstruo que ha vivido allí hasta hoy. Hoy es el momento de echarle de una vez. Hoy no es momento de olvidar, si no de recordar sin que duela, de vivir en el presente que nos otorga el nacimiento. Más de medio año después, voy a poder leer aquella página del libro de mi vida que quedó ocultada por las del increíble y único chico del collar con forma de águila.

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