Ella y él.

Ella y él vivían una historia de amor poco convencional. No solían estar demasiado juntos, no solían besarse apasionadamente todo el rato. Algunos ineptos decían que no se querían lo suficiente. Pobres idiotas. Ellos se amaban, se aman y se amarán más que a nada. No niego que son una pareja difícil. Ella no admite estúpidos "cuelga tú", y los celos le dominan a él. Ella prefiere pasión y besos, pero la timidez la refrena a todo aquello que desea. Él simplemente prefiere hablar. Son diferentes, casi contrarios en todo. Incluso ellos han tenido dudas de su amor por culpa de no ser como los demás, y es que tardaron en comprender que el amor que no siempre necesita contacto físico es el más fuerte, el amor en el que los dos pueden compartir cualquier cosa, cualquier miedo, cualquier inseguridad. Un día, la presión de ser diferentes pudo con ellos, y decidieron dejarlo y rehicieron su vida con otras personas. O eso querían hacer creer a la gente e incluso a ellos mismos. Fueron tiempos malos para ambos, días lluviosos y solitarios. Ella añoraba aquellos mensajes de "buenas noches, mi niña, te quiero" y él añoraba escuchar su risa. Ella decidió refugiarse en los labios de otros hombre, y él simplemente escondió sus regalos en una caja, bien alta y escondida, encima de un armario. Algunos meses después de solo hablar por mensajes y no a la cara, descubrieron lo que mucha gente ya había imaginado. Seguían amándose como el primer día. Su mirada expresaba lo que sus palabras no podían, los ojos de ambos brillaban al contemplar que la persona que más amaban volvía a estar a su lado. Y aquí están ella y él ahora, hablando sobre cosas sin importancia, riéndose, y, básicamente, siendo felices juntos.

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