Distantzia da gehiegi sendoa.

644 kilómetros. Una semana. Muchos besos. 15 años. 
Todo lo antes mencionado son cantidades, exactas o inexactas. Cantidades que se quedan cortas y otras que son demasiado. Pero, ante todo, esas cantidades nos unen. No se apenas nada sobre ti, tan solo comparto contigo momentos en los que hablar no es necesario. No se tu color favorito. No se que música escuchas. No se si eres bueno, malo o peor. No se si eres de aquellos que miran hacia delante o de los que se quedan estancados en el pasado. No se quien eres. Pero, sin embargo, se que no eres de esos que se enamoran. Se que no eres de esos cariñosos, tu vas a lo que vas, y créeme que no te lo estoy reprochando, pues yo soy igual. Se que eres de los que acompaña a su hermana cuando se hace daño. Eres esa clase de tío que consigue enamorar a cualquiera.
Un campamento. 194 personas. 90 chicas deportistas. Un tú. Una yo.
¿Qué viste, qué fue lo que viste tú en mi para elegirme entre tanta gente? No lo se hoy, ni lo sabré nunca. No se que te gustó de mi. Fui tímida, pija, ruidosa y puta. ¿Qué viste en mi?  ¿Por qué me besaste a mi, precisamente a mi, como si el mundo se acabara en tres segundos? Me besaste con tanta intensidad que incluso parecía amor. Pero yo siempre supe que no lo era. Todo fue un juego, un juego de una semana que fue divertido. El nombre de ese juego fue "pierde el que primero se enamore". "Pierde el que quiera más". "Pierde el que se de cuenta de que no es un juego". 
Una partida perdida. Una partida hacia el hogar. Mil lágrimas. Tan solo un corazón roto. Ese es el puto final de nuestra historia, el puto final de una historia demasiado corta.


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